INTELIGENCIA ARTIFICIAL

A partir de la pixel-jubilación obligatoria, mi existencia ha discurrido por esos caminos del estar sin estar en mí. Pero he tenido que regresar de inmediato al conocer la noticia sobre una Inteligencia Artificial. Mi primer pensamiento fue explorar cómo estaba la de mi creadora… Para ser sincera siempre la tuvo escasa, así que no aprecié diferencia alguna.

Sin embargo, los años y la experiencia me dicen que esa tal IA no es una cándida OT, no señor. IA ¡es una encantadora de serpientes de la variante AI! Se ha propuesto tomar la medida del homo sapiens hasta lograr robarle el calificativo y convertirlo en un homo borrego a su merced.

De momento, he puesto a punto mi globo y recorro el planeta para reunir enciclopedias, manuscritos, papiros y hasta las Tablas de la Ley. Me consta que Moisés guardó una copia antes de despeñarlas por la montaña. Nadie se quedará atrás: manuscritos, poemarios, libros buenos, malos y de los otros también.

Trabajo sin descanso con el sinónimo actual “24/7”.  En fin, esto es un llamamiento para quienes deseen unirse a la causa a partir de mañana, 1/05/2023.

 © Oteaba Auer

ABRAZO VIRTUAL 2021

De un tiempo a esta parte veo a la humana más entonadilla, pero continué sentada sobre el reloj de su cocina por si el desánimo la invadía de nuevo. Y para ser sincera, el lugar me resulta tan cómodo que lo he okupado sin que ninguno de los electrodomésticos me haya denunciado. Solo van a los suyo. La humana les aprieta un botón y después hibernan.

Al principio me daba tanto miedo la lavadora con el ojo cerrado y lleno de espuma, qué contemplé la posibilidad llevar a cabo la misma hazaña de Ulises con Polifemo. ¡Misión imposible!, el palo de la fregona no atravesaría el grueso cristal. Poco a poco me di cuenta de que era inofensiva; incluso siento lástima cuando muestra la oquedad de su cuenca  desnuda.

Todos los objetos de la casa guardan el secreto de mi identidad, al observar cómo le doy abracitos a mi creadora que le ponen la piel de gallina sin entender el motivo.

Hoy salió muy temprano. Yo lo hice tres horas más tarde al ver que no regresaba. Me horrorizó la falta de alegría en las calles mientras me dirigía a la playa de Las Canteras. ¡Oh dios mío! La marea estaba baja y desde la barra la divisé achuchándose con alguien sin importarle las malas lenguas. Ella es muy modosita y jamás la hubiera imaginado en semejante situación. Me disgustó la escena y decidí poner pies en polvorosa, pero me detuvieron tres palomas chismosas.

Me contaron que hoy se celebra  “el día del abrazo virtual” y, por culpa de la pandemia, estaba dándolos a sus personas queridas…, a las que no también; todos lo necesitan. Para conseguirlo,  compró un muñeco en internet que, al sumergir los pies en el agua, activa un mecanismo para transferir el abrazo a las gente.

Yo no tengo monigote alguno, en cambio, durante mi existencia he coincidido con muchísimas personas en los blogs y en el mundo virtual donde nací. A todas ellas les deseo SALUD, ÁNIMO, ESPERANZA y ¡CUÍDENSE!

Mi más sincero ABRAZO VIRTUAL, más real que nunca.

© Oteaba Auer

DOS PELIRROJAS Y UN ALCALDE

En mi incansable búsqueda llegué a una ciudad de cuento, tan solitaria e incierta como esos espectros que se fraguan en el pensamiento. Conduje por sus calles hasta que se me atravesó un coche que no había respetado el tácito “STOP”. Al volante iba Cardona, un alcalde que hace años conocí en carnaval (Enlace). Nos saludamos con la alegría del alma  que proporcionan estos encuentros. Me invitó a un café. Su afabilidad inspiraba  la confianza necesaria para contarle el peligro que corría quien me dio la vida. Él me abrazó. Un abrazo fraterno que devolví tímidamente para evitar el llanto amenazador que acudía a mis ojos. Acto seguido me dijo:

—Mira Oteaba, ya no soy alcalde y desconozco cómo podría ayudarte.

—Pero tú eres humano como ella… Los personajes no admiten más dilaciones y la dejarán sin memoria el día veinticuatro. ¡Por favor!

Cardona se quedó mudo, cabizbajo, pensativo, preocupado… Y cuando  salió de aquel estado, recibí la gran sorpresa. Me explicó su trayectoria profesional. Actualmente era presidente de la Autoridad Portuaria y conocía a mucha gente. Me aseguró que la encontraría así tuviera que vaciar todos los contenedores del puerto.

Pasaron semanas hasta que esta madrugada, él volvió a soñar que me encontraba en el mismo lugar. Traía noticias alentadoras. Mi querida humana estaba con dos amigas pelirrojas comiendo fabes con almejas. Una de ellas le había servido de estímulo para impedir el motín de los personajes. Mi agradecimiento a Juan J. Cardona fue tan grande que bauticé con su nombre la calle donde nos hallábamos. Pero a Morfeo no debió parecerle correcto y lo reemplazó con el mío.

Ella, esa humana de mis entretelas, nunca sabrá cuánto la cuido, aunque cualquier día me ponga a hibernar. No pasa nada, sé que tarde o temprano vuelve a buscarme. En cuanto a la osadía de los personajes…¡Bah!, no me ensañaré, recibirán el castigo de continuar desencarnados en la cabeza de mi creadora.

© Oteaba AuerJuan José Cardona Autoridad Portuaria en la imaginación de un avatar.